Es cierto que es un escándalo que todavía se permita que Pepe pueda jugar en la Liga española después de todo su historial. Es un escándalo que alguien que podría ser el referente de muchos niños nos tenga acostumbrados a gestos barriobajeros y a un vocabulario propio de un macarra.
Es cierto que es un escándalo que un entrenador que colecciona expulsiones y al que hemos visto llegar hasta a la agresión física continúe con un comportamiento que mancha partido tras partido el club al que representa.
Es cierto que es un escándalo ver, por enésima vez, el mal perder que ha inculcado Mourinho a su equipo y que continúa siendo aplaudido por parte de la Brunete mediática (incluso plantándoles después del partido de anoche) porque comparten que el fin sigue justificando los medios.
Es cierto que es un escándalo que un jugador, que es capaz de llamar “anormales” a la afición contraria, haga gestos y se dirija al árbitro diciendo “robar, robar sólo robar” y la caverna mediática no reclame que le caiga una sanción ejemplar como exigieron con Piqué. Esperamos que en las próximas horas Sánchez Arminio, presidente del colegio arbitral, solicite una sanción para alguien que no cree en la honestidad de los árbitros españoles.
Es cierto que todo eso y más es un escándalo, pero también es un escándalo que la caverna haya vendido un “pasillo” en el Camp Nou, ahora le haya entrado el “canguelo” (esperamos de Marca el mismo número de portadas que en años anteriores) y no sean capaces de reconocerlo (quizá comparten las palabras de Guardiola) y vean que no es el «fin de un ciclo», sino el fin de su propio circo.